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Sábanas negras y música ocre que envuelven la piel, misma tan clara y pura como aquellas gotas que derriten tus piernas ante la respiración.

Y sobre la tenue vestimenta, un cosquilleo que deleita a las reinas: dos rosas en capullo que se arden y levantan en pie, reclaman sus tactos y su placer; se encierra el ciclo atándote a la pared.

Pares amordazan a las soberbias rosas; bailan y se queman corceles y princesas, juegan y pelean quebrándose en calor.

Lloran las reinas de tal contienda, gozan de tal furor, ambas se vuelven rehenes y princesas, ambas se agitan por más sabor…

Los ríos tortuosos llueven por las laderas; hacia allá avanzan las espadas; se disponen a enmendar su mal, su destino es calmar la embravecida tempestad. Caminan al huracán y en circulos comienzan a atacar.

Destruir al país en sus centros, atacar con fuerza sus débiles cimientos: dagas colmándose de la húmedad, son cinco y en caricias entran al reino; caballeros apresan dos princesas, en ellas atan y explotan caricias sin piedad; y un asesino se dispone a torturar: roza aquél centro y va sobre las caderas y piernas…

Grácil silueta llevada contra pared; fuertes golpes librados en sus campos de miel. Se atajan los suspiros en gritos; cada brámido es llevado a un gémido.

El valle se destruye en un ímpetu constante, no es silencio ni tampoco eco, sí no placer hiriente y salvaje.

Es hierro que funde tu vientre; somete tu inefable ser. Te lleva a la pared y se hierve en tu placer.

Respira y ésa espada te deja sin aliento; gime y ése cuervo penetra tu cuerpo. Házlo más fuerte y mira como te desvanece. Gémido a gémido que se van al tiempo y un último suspiro que se graba sobre la pared…

por: @_lobo__ 
       @grjoss  quien muy amablemente lo quizo compartir para este blog y todos ustedes